Aunque el estrés y sus fuentes pueden ser un tema familiar, todavía estamos subestimando su impacto en nuestras vidas, salud y capacidad de funcionar normalmente. Somos conscientes del hecho de que existe y sentimos su impacto, pero la investigación muestra que, a pesar de la creciente conciencia, estamos cada vez más estresados y agotados por las emociones. Echemos un vistazo más de cerca a este fenómeno, porque una mejor comprensión a menudo trae soluciones.
El precio de una vida cómoda.
El estrés y sus consecuencias afectan a la mayoría de las personas en el mundo. Aunque el progreso de la civilización y la tecnología nos han hecho vivir más tiempo, con comodidad y en condiciones más fáciles que nuestros antepasados, al final, tenemos que pagar un precio muy alto por ello. Nos presentamos para recibir tratamiento médico con la sensación de estar perdido, vacío, solo o alarmantemente exhausto. Absortos en la competencia y la rivalidad, con el deseo de enfrentar la creciente presión y abrumados por nuestras responsabilidades, ya no sentimos alegría y satisfacción por las cosas que hemos logrado.
De esta manera, damos vueltas en círculos muy rápidamente. Sin embargo, no olvidemos que el estrés puede ser positivo y motivador, por ejemplo: cuando esperamos nuestra boda o cuando actuamos frente a una multitud de personas. Sin embargo, incluso un estrés “bueno” que ocurre con demasiada frecuencia o que persiste durante demasiado tiempo puede dañarnos. Por eso es necesario identificar el punto cuando el estrés comienza a tornarse destructivo.
El estrés y la probabilidad de enfermedades.
Puede haber muchas causas de estrés y, sorprendentemente, no siempre surgen de situaciones negativas. Después de todo, estamos estresados cuando nos mudamos de casa, por préstamos, enviando a un niño a la escuela e incluso por vacaciones. Existe una escala de estrés creada por el dúo de psiquiatras: Thomas Holmes y Richard Rahe. Los médicos entrevistaron a 5000 pacientes y les presentaron una lista de 43 eventos, a los que llamaron Unidades de Cambio de Vida (LCU).
Cada una de estas situaciones recibió un «peso» diferente del factor de estrés: cuanto más estresante es el evento, mayor es su peso. Las personas que participaron en el estudio debían indicar cuáles de estos 43 eventos ocurrieron en sus vidas. Cuantos más eventos, especialmente aquellos con alto peso, mayor es la probabilidad de que una persona enfrente muchos problemas de salud.
Según Holmes y Rahe, los eventos más difíciles en la vida humana son (en orden de los más estresantes): muerte de un cónyuge, divorcio, separación matrimonial, prisión, muerte de un familiar cercano, lesiones personales o enfermedad, matrimonio, despedido en el trabajo, conciliación matrimonial y jubilación.
El trabajo es el mayor estresante del mundo.
Según investigaciones de científicos, el estrés laboral incapacita a todos, independientemente de su nacionalidad. Hasta el 44% de los encuestados franceses dijeron que llegar a su lugar de trabajo es su mayor estrés diario. A su vez, una de cada diez personas británicas sufre de estrés crónico, relacionado con deberes oficiales. En la Unión Europea, las profesiones más estresantes son la enseñanza, enfermería, periodismo, trabajo social, transporte, policía y servicios correccionales.
Según un estudio en Suecia, los ataques cardíacos entre las personas que trabajan son más comunes los lunes. La amenaza de ser despedido es una de las principales causas de estrés no solo en Polonia sino también en Alemania o Finlandia, donde el desempleo sigue siendo relativamente bajo. No es difícil imaginar lo que sucede en una sociedad rodeada de estrés desde todas las direcciones posibles.
Diagnóstico preciso
El estrés tiene muchas fuentes y nos hemos familiarizado tanto con él a lo largo de los años que hoy no podemos evaluar con precisión los síntomas de la enfermedad que lo acompañan. Atribuimos problemas estomacales a lo que hemos comido, justificamos nuestro dolor de cabeza con el clima y consideramos que el deterioro de la memoria y el insomnio son un «signo de nuestra edad». Recuerde que si no respondemos al estrés crónico en el momento adecuado, es posible que no podamos curarlo nosotros mismos.
No debemos subestimar síntomas como insomnio, falta de apetito, punzadas de hambre, irritabilidad constante, letargo, sensación de alternancia de calor y frío, empeoramiento del estado de ánimo, ansiedad o ataques de pánico. No esperemos a que el estrés realmente asole nuestro cuerpo. Los investigadores nos advierten que, tarde o temprano, pagaremos con estrés a largo plazo. ¡Y sus efectos pueden aparecer incluso después de unos años!
Los síntomas de estrés crónico son enfermedades cardíacas y del sistema circulatorio, dolores de cabeza (incluso crónicos), dolor de espalda, diabetes, osteoporosis, problemas digestivos, úlceras gástricas y duodenales, desregulación del ciclo menstrual en mujeres, obesidad, problemas de la piel y pérdida de cabello.