El miedo, la ansiedad, el cuidado o la preocupación son estados y emociones normales que enfrentamos en la vida cotidiana. Sin embargo, pueden ir más allá de los límites saludables y convertirse en una preocupación patológica. ¿Cómo saber a qué tipo de comportamiento se enfrenta y cómo lidiar con él?
Para comprender la preocupación patológica, imagine estar parado en una habitación desordenada, con la cabeza llena de pensamientos caóticos, y de repente el oxígeno se está agotando. Se está volviendo cada vez más débil, tropieza con objetos que hay en el suelo, en pánico tratando de encontrar una llave de la puerta que coincida dentro de un gran grupo de otras llaves. Esto ilustra el fenómeno de la preocupación poco saludable, que desafortunadamente se aplica a las sociedades y personas en constante crecimiento.
¿Por qué se está haciendo esto?
En la preocupación patológica, generalmente hay un momento de reflexión y preguntas como «¿Por qué no puedo salir de este laberinto de pensamientos?», «¿Por qué mi mente no puede detenerse?» Y «¿Por qué hago esto? ¿A mí mismo?». ¿Por qué la mente humana es tan susceptible a la sobrecarga de estrés? La preocupación es el componente cognitivo de la ansiedad, la alimenta y fortalece, y lo que es más importante, la preocupación es alimentada por el miedo.
A menudo explicamos nuestras propias preocupaciones al referirnos a situaciones inciertas, eventos inusuales o dudas momentáneas. También puede pensar o escuchar de los otros lo que en verdad es solo una cuestión de nuestra mala actitud. Sin embargo, recuerde que es el miedo y la ansiedad, más que su actitud, los responsables de tal acción de su mente. En este estado psicológico de miedo y ansiedad, las ideas, los deseos y la esperanza no pueden prosperar. Por lo tanto, debe aprender sobre este tipo de patrones mentales para poder desactivarlos.
¿Por qué estoy realmente preocupado?
Según el trabajo del Dr. Freeston de la Universidad de California, en la mayoría de las personas, el pensamiento patológico tiene dos causas principales:
– Está preocupado porque está creando en su cabeza un escenario futuro con consecuencias o eventos negativos que sucederán. Tiene miedo de decepcionar a alguien, no cumplirá con las expectativas, alguien pensará en ti como hostil o perderá algo. Es un espiral de pensamientos en la que es fácil perderse. Al final, pensamos solo en lo que puede salir mal como un bucle sin fin.
– El segundo motivo de preocupación es bastante interesante. Por lo general, creemos que preocuparnos por algo nos hace más responsables, que pasar horas pensando en la situación podría ayudar a controlarlo o encontrar una solución. De hecho, este no es el caso en absoluto, porque las preocupaciones exageradas solo alimentan la ansiedad.
¿Cómo puedo ayudarme a mí mismo?
Los especialistas hablan sobre tres claves para encontrar la paz en la preocupación patológica:
1. Conversación: las estrategias verbales son algunos de los métodos más simples pero también los más efectivos para eliminar el exceso de estrés. En lugar de suprimir las visiones sobre los problemas en su cabeza, compártalos con alguien cercano a usted que pueda ofrecer una opinión desde una perspectiva completamente diferente.
2. Equilibrio: debe intentar obtener un equilibrio emocional para que el cerebro tenga la oportunidad de oxigenarse y comenzar a contemplar nuevas soluciones. Cuando las ideas comiencen a fluir de nuevo en su cabeza, el miedo y la ansiedad perderán su fuerza. Entrene la atención plena, trabaje en la conciencia corporal y la sensorial, (por ejemplo, con la ayuda de una manta con peso) y garantícese una respiración adecuada. Estas estrategias definitivamente funcionarán.
3. El tercer paso es dejar de obsesionarse con el problema y concentrarse en resolverlo. No importa cómo se ha metido en la situación. Por lo tanto, no debe molestarse en tratar de predecir lo que puede suceder o no. Lo más importante es definir el problema objetivamente e idear una estrategia de afrontamiento.
Finalmente, tenemos una cita que puede cambiar un poco su punto de vista:
«No tiene sentido preocuparse por las cosas sobre las que no tiene control porque no hay nada que pueda hacer al respecto, y ¿por qué preocuparse por las cosas que controla? La actividad de preocuparse lo mantiene inmovilizado».
Wayne W. Dyer