La vida cotidiana nos proporciona cientos de situaciones en las que nuestros procesos cognitivos se ponen a prueba por una avalancha de información proveniente del exterior. El desarrollo tecnológico ha dado lugar a una publicidad generalizada en una gama extremadamente amplia de estímulos diversos. Los demandantes requisitos de competencia y los programas de aprendizaje sobrecargados que no se adaptan a las capacidades de los niños, hacen que los más jóvenes luchen con un estrés de información inusual. Además, la mayoría de nosotros tenemos acceso a Internet y sus millones de archivos, películas, bibliotecas de música e información que no podemos procesar.
¿Cómo podemos vivir con sobrecarga sensorial y protegernos de ella?
Hay muchos artículos académicos que nos informan sobre los mecanismos que brindan defensa contra este diluvio de información que nos rodea. Incluso en la prehistoria, un hombre tenía las percepciones sensoriales necesarias para la supervivencia, para la continuación de la especie y la prosperidad, así como las que parecían no tener ningún propósito. Sin embargo, al seleccionar los detalles importantes en los que centrarse y omitir cualquier estímulo entrante que no contribuya al desempeño de tareas importantes, se desarrollaron los mecanismos de defensa necesarios.
Huida o lucha
Los estudios sobre la función cardíaca correlativa y el origen de los estímulos también desempeñaron un papel importante en la investigación sobre la sobrecarga sensorial. Las observaciones revelaron que la frecuencia cardíaca aumentó significativamente (en relación con la concentración en estímulos exógenos) en las personas que se enfocaron en los estímulos internos, e involucraron los mismos procesos de pensamiento y resolución de problemas. Es de conocimiento general que una mayor frecuencia del ritmo cardíaco se asocia con un flujo sanguíneo más rápido, por lo que aumenta la actividad cerebral y mental. De manera similar, el aumento de la frecuencia cardíaca se produce en situaciones estresantes cuando la respuesta de «huida o lucha» se desencadena por la activación del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, que da como resultado una reacción biológica aguda al estrés.
En tiempos prehistóricos, cuando las personas no estaban preocupadas por los salarios, el desempeño profesional o las calificaciones escolares, el estrés se asociaba principalmente con la amenaza a la vida y la continuación de los genes. Por lo tanto, la mejora en el suministro de sangre del cerebro fue de una característica adaptativa, porque la calidad elevada del trabajo mental resultó en un procesamiento de información más eficiente y, por lo tanto, mejoró la probabilidad de tomar decisiones precisas para asegurar la supervivencia. Tal sistema todavía funciona en los humanos; Sin embargo, la cantidad y la intensidad del estrés son diferentes. Por lo tanto, parece que nuestro cuerpo está programado para apoyar nuestra supervivencia y protegernos de la afluencia de estímulos a través de este proceso de selección.
Desafortunadamente, estos procesos de defensa natural no siempre son suficientes. Cada vez más, la exagerada cantidad de información que debemos procesar supera las capacidades físicas de nuestro cuerpo. Hoy, para mantenernos al día con el mercado laboral o los requisitos escolares, no podemos permitirnos seleccionar estímulos y luego rechazarlos parcialmente en el momento de la sobrecarga. El ritmo de vida requiere que recibamos y procesemos adecuadamente una cantidad excesivamente grande de información, que excede la capacidad de nuestros sistemas nerviosos e interrumpe su adecuado funcionamiento. Esta situación da como resultado una sobrecarga sensorial. Sus síntomas son una sensación de caos y confusión, sensación de fatiga y agotamiento constantes, falta de concentración, una aversión al aprendizaje o problemas para memorizar y analizar contenidos.
Maneras de combatir la sobrecarga sensorial.
Una táctica defensiva que ayuda a los niños a lidiar con cantidades excesivas de estímulos es cortar la fuente del estímulo, por ejemplo, cubriendo los ojos o los oídos. Los adultos, sin embargo, generalmente posponen tareas que parecen estar más allá de sus capacidades y buscan una fuente de relajación. Algunos pueden lidiar con el exceso de estímulos saliendo a caminar, escuchando música relajante, haciendo ejercicio, tomando un baño o nadando, mientras que otros simplemente sueñan despiertos. También se recomienda usar colchas y mantas con peso que tengan un efecto terapéutico comprobado en casos de trastornos sensoriales tanto en niños como en adultos. Los estudios demuestran que las mantas con peso contribuyen a una reducción significativa de la ansiedad y el estrés. También aumentan la secreción de la hormona de la felicidad llamada serotonina, con la reducción simultánea del cortisol, la llamada hormona del estrés. Cuando el cuerpo está cubierto con una manta con peso, los receptores sensitivos envían información específica al cerebro, de manera que el sistema nervioso se calma y abandona el estado de vigilia, lo que permite el sueño y un descanso más efectivo.
¿Pero qué pasa si tenemos que prepararnos para una tarea importante en el trabajo o un examen? Por encima de todo, debemos recordar nuestras propias limitaciones físicas y mentales. Debemos tener en cuenta que introducir nuevos conocimientos en la memoria a largo plazo requiere repetir la información dada a intervalos apropiados, por lo tanto, los mejores resultados se obtienen utilizando un ritmo de trabajo sistemático y regular, asimilando gradualmente cantidades más pequeñas de información. Sin embargo, en relación a la implementación de tareas que absorben procesos cognitivos distintos de la memoria, vale la pena planificar las tareas inteligentemente, distribuyendo la carga de trabajo manera tal que la mente pueda implementarlas efectivamente.
Fuentes: La Academia Americana de Medicina del Sueño.