El tacto es un sentido extremadamente importante, que tiene un gran impacto en el desarrollo físico y mental del niño. Durante los primeros días y semanas de vida, el niño necesita contacto con la piel de la madre para sentirse seguro, y en fases posteriores el tacto tiene un papel importante en el desarrollo de su sistema nervioso y emocional. Además, el tacto estimula el crecimiento de las conexiones cerebrales, mejora la motricidad e influye sobre… el aprendizaje del habla. Por ello, es importante proporcionan un cuidado específico a este sentido tan extraordinario.
¡He aquí hay 5 actividades que desarrollan el sentido del tacto de tu hijo!
1. Pintar sin pincel
Esta actividad no requiere de una gran preparación. Tan solo pinturas básicas, p. ej., pinturas para carteles y papel, con las que el niño pueda reflejar todo lo que pasa por su imaginación. No te olvides de proteger el suelo, las alfombras y todos aquello que pueda ensuciarse. La mente del niño es absorbente y abstracta, así que no limites su pintura solo a las manos. ¡Deja que tu pequeño utilice los brazos, los pies y los codos, así la actividad será aún más divertida! Si puedes conseguir pinturas corporales especiales no tóxicas, te garantizamos que tus hijos estarán encantados de crear paisajes sobre su «organismo vivo».
2. Cofres con tesoros
Para poder desarrollar el sentido del tacto, el niño debe tener contacto con diferentes estructuras. En esta actividad puedes usar cosas distintas que tengas en casa, como tierra para plantar flores, arroz, sémola, sal, harina, geles o masas. Los productos deben poseer una estructura diferente, de modo que el pequeño pueda notar las diferencias existentes entre ellos, p. ej., de grosor, suavidad o tamaño. Basta con llenar algunas cajas de plástico con «tesoros», para que el niño pueda disfrutar de un excelente campo para desarrollar la integración sensorial. Si dejas que tu hijo ayude en la cocina y le da utensilios separados, como un colador, un poco de harina o guisantes, y recipientes para poder espolvorear, ¡también podrá practicar su sentido del tacto y conocer las diferentes consistencias!
3. Rincón sensorial
¿Te has preguntado alguna vez por qué la mayoría de los niños deja de llorar cuando uno de sus padres los coge en brazos? El contacto cercano y el tacto activan la secreción de oxitocina y regulan el funcionamiento del sistema nervioso, responsable de mantener la tranquilidad y el control de las emociones. ¿Y qué pasa si tenemos que hacer un viaje largo en coche o nos toca realizar tareas domésticas? Para llenar el «hueco» que deja nuestra ausencia, podemos utilizar una manta sensorial terapéutica. ¡Al usarla se activan los mismos mecanismos que al abrazar a un ser querido! De esta forma el niño tiene la impresión subconsciente de que está a salvo y que no corre ningún riesgo. Este edredón o manta con un relleno especial mucho más pesado permite estimular los receptores responsables de la sensación profunda, permitiendo que nuestros hijos se sientan relajados y se duerman más rápido.
4. Locura acuática
Jugar con el agua puede ser realmente excitante y, sobre todo, ¡desarrolla el sentido del tacto! Basta con que eches varios juguetes, cajitas vacías, tazones y cajas en una bañera (o una palangana) y, junto a tu hijo, compruebes cuáles se hunden y cuáles siguen flotando en la superficie. Para este juego también pueden utilizarse piedras, piñas o arena que hayáis recogido juntos. ¡En otra ocasión también podéis hacer un arcoíris de vivos colores! Utiliza grajeas de colores, esas de frutas y chocolate y colócalas en un círculo sobre un plato. Después vierte agua hirviendo sobre ellas (¡sólo en presencia de los padres!) y observad cómo se forma un espectacular arco iris. Por último, también podéis utilizar palillos de dientes para crear formas sobre hojas de colores.
5. Jugar a las cocinas
Jugar a las cocinas, pero… ¡de verdad! Es algo tan sencillo que nunca se nos pasa por la cabeza. Queremos hacerlo todo rápido, especialmente cuando el niño duerme para evitar que haya desorden en la cocina. Aunque a veces vale la pena dedicar más tiempo y sacrificar el orden para que nuestro hijo practique activamente el sentido del tacto. Podéis hacer juntos, p ej., empanadillas o galletas, y la satisfacción y la alegría de nuestro hijo seguramente recompensará nuestro esfuerzo. Al cocinar juntos preparamos la masa, espolvoreamos la harina, vertemos agua, cascamos los huevos – son muy interesantes las diferentes consistencias y estructuras y la mezcla. ¡Y el efecto será tangible e incluso sabroso! Además, cocinar u hornear estimula hasta tres sentidos al mismo tiempo: el tacto, el olfato y el gusto.